Por Dra. Jimena Mayorga
Con el paso del tiempo, en el contexto de esta pandemia, se hace más evidente el impacto de ésta en la Salud Mental. La comunidad científica se está encargando de estudiar efectos psicosociales y neurocientíficos del Covid-19, trabajando día a día en construir información basada en soportes científicos. Es identificable el impacto en la esfera psicosocial que dejará toda esta situación.
Además del impacto emocional, social, económico de la enfermedad, hay alguna evidencia de que el coronavirus puede infectar el cerebro y generar algunas respuestas inmunológicas con efectos en función cerebral y por lo tanto en la salud mental. Es esperable que las personas que previamente cursaban con algún problema de salud mental, reactiven o intensifiquen su sintomatología. Las consecuencias económicas de esta pandemia, podría verse reflejada en un aumento de los intentos de suicidio. En el caso del personal de la salud, nos vemos enfrentados a un agotamiento extremo, denominado clínicamente.
Por un lado la agudización de problemáticas de salud mental previas a la pandemia , de otro lado la afectación en los miembros de la familia particularmente los niños y los adultos mayores. Igualmente un aumento en los intentos de suicido y los suicidios consumados, el abuso de alcohol y sustancias, juegos de azar, el aumento de la violencia doméstica e infantil y algunos riesgos psicosociales como la pérdida de habilidades sociales, el estrés económico, la ruptura de relaciones, entre otros.
La pandemia por la Covid 19 ha modificado de manera importante la forma en que vivimos; después del confinamiento nuestras relaciones y la forma en que las generamos, construimos y mantenemos también cambiará mucho. En muchos casos esta enfermedad nos ha tocado de manera cercana y todo lo anterior se refleja en una mayor prevalencia de problemas relacionados con la Salud mental de todos.
Lo que sentimos, asociado al confinamiento se caracteriza por la sensación de agobio, la ansiedad, en algunos casos la depresión, la desmotivación y la pérdida del disfrute de muchas actividades que antes nos generaban placer. Para algunos el duelo también estará presente por haber perdido familiares, incluso, sin haber podido despedirse de ellos.
Fortalecer nuestra capacidad de resiliencia y adaptación, así como, la flexibilidad, será un factor clave en el manejo personal y social de las secuelas de esta pandemia.
Para gestionar más efectivamente la ansiedad que puede generar la sobreproducción de información, podría ser útil el limitar el tiempo que dedicamos a estar en contacto con los medios de comunicación 24 horas, reactivar actividades placenteras que podríamos haber abandonar, favorecer y mantener el contacto social y familiar y en general de nuestra red de apoyo.
Es frecuente que las personas que han padecido la infección por covid y se han recuperado pueden cursar con secuelas psicológicas como estrés postraumático, depresión o ansiedad, siendo mayor en los casos que ha requerido hospitalización, ya que posiblemente ha tenido que pasar por momentos críticos o riesgo vital, así como la necesidad de uso de técnicas invasivas en el entorno médico como por ejemplo la intubación .
El sentirse enfermo y tener que aislarse sin el respaldo amoroso tranquilizante de las personas que se quieren, el ser testigos de personas sufriendo o que mueren, el tener claro que la comunidad médica no conoce a cabalidad cuál debe ser el tratamiento adecuado y que en muchos casos se requieren tratamiento experimentales, estar permanentemente solo y solo recibir atención médica o de enfermería por tiempos muy cortos y con medidas de bioseguridad extrema que impedían la interacción social normal.
- Ánimo triste o irritable
- Comportamientos de hipervigilancia respecto a la aparición de múltiples síntomas corporales.
- Pesadillas
- Alteraciones de memoria, Falkas atención, enlentecimiento mental.
- Miedo al estigma o a contaminar a los demás.
- Recuerdos intrusivos y desagradables de la estancia hospitalaria.
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